jueves, 30 de diciembre de 2010


Por: Javier Baquero – Jaba – Astauros
Cali – Colombia. Un festival lleno de emociones, con un encierro que brindo inconvenientes sorteables, fue el que vivimos en Cañaveralejo. Lleno cómodo en los tendidos en y un sexteta de actuantes tuvieron que el-juli voyalostorossortear los planteamientos distintos de los toros de Ernesto Gutiérrez.
Abrió la noche el Caballero en Plaza Andy Cartagena, que torero con tres de sus caballos, dos rejones de castigo 7 banderillas ordinarias y dos con el preceptivo permiso a dos manos fueron dejadas en los lomos de un toro que poco lucio por lo parado y desentendido. La alegría la puso el español. Mato de pinchaco hondo y rejón. La presidencia sin mediar petición laguna entregó una oreja muy larga.
El Juli fue el encargado de lidiar al segundo de la noche y en repitió como ayer, una cátedra de bien torear. Entendió las complicaciones de su oponente y las sorteo con  supremacía. La alegría que le falto al toro la puso el madrileño. Con acero un fallo frente a un parado y estocada valieron para cortar una oreja justa.
El tercero correspondió al vallecaucano Paco Perlaza, quien salió ganoso con el capote, verónicas, revolera y chicuelinas fueron servidas con suavidad. Al torear por Espaldinas recibió un fuerte revolcón que a la postre luego de la faena lo izo desmallar en el callejón y pasar a la enfermería para ser valorado. Una contusión en el cerebro y lesión de 6 centímetros obligaron su traslado a la Clínica de Ibanaco. Con la muleta y pese a la paliza recibida actuó mostrando temple frente a un astado de medias embestidas, sobre todo por el pito izquierdo.
El Cid en cuarto lugar lidio primorosamente de capa. Tal vez el mejor tercio de los corrido de la feria. En determinado momento en el tercio de banderillas el toro propino una voltereta al José Manuel Rebolledo y sin que supiéramos por que se malogro su “mano” izquierda, pese a lo cual siguió embistiendo, quizás más de lo que podíamos haber pedido. El Cid lo entendió y lo lidio a media altura sin forzarlo para evitar que se derrumbara. Tres cuartos de estocada suficientes y pitos muy injustos al astado.
Cayetano Rivera, al igual que ayer no dejo mucho para rescatar. Pinceladas tenues, pero nada de fondo. Muletazos de uno en uno y nunca en una secuencia que muchos esperábamos.
Santiago Naranjo, quien ayer se doctoro en este mismo coso, salió con muchos deseos de agradar y el público con muchas ganas de retribuir sus esfuerzos frente al más Santacoloma del encierro. Las verónicas, las chicuelinas y dos medias circundaron el tercio de varas. Con la muleta inicio en el estribo de las tablas, sentado y citando al astado que presurosa acudió al llamado, para luego llevárselo al centro del ruedo y ejecutar una buena faena. El astado no humillaba pero Naranjo lo entendió y fue justo en la medida de los muletazos “formulados”. Peso a cuatro fallos con el acero el palco entrego una oreja cariñosa.

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