Redacción: Jorge Arturo Díaz Reyes
Cali - Colombia. Pequeño, en el margen inferior del peso legal, con poco fondo y estilo, el encierro vallecaucano, que no se picó, desdijo la buena tradición del hierro en este ruedo y le restó opciones a la tarde.
A Miguel Abellán se le notaban las ganas. Abrió con uno de los más fijos, variando de capa y quitando alegre, con la muleta, claro y firme, trazaba la faena con limpieza, incluso en círculos múltiples, pero de pronto perdió la muleta, el toro cambió, renunció, se fue a tablas y la espada entró contraria dejando la solidaria petición en una oreja.
El cuarto fue soso, áspero y a menos. Ni la porfía del madrileño, ni la música fácil pudieron sacudirle la molicie a él y ni al público. Dos desarmes por muleta pisada inclinaron más en contra la balanza. Daba pena tanto riesgo sin esperanza. Una espada tres cuartos y descabello dieron paso al saludo de consolación.
Paco Perlaza, el gallo del patio que toma siempre como asunto personal actuar en este ruedo, no dejó puyar al poco cuajado segundo. Se le tiró de rodillas junto al estribo, para cuatro por alto y otros tantos de pié logrando el efecto inicial. Con el paisanaje a tono, despreció el viento y dio larga a su toreo terrígeno y sanguíneo, poniéndole música a los oles. Pero el animal declinó se fue al toril en cuya puerta cuatro manoletinas de rodillas precedieron la muerte y la negación de una petición ampliamente mayoritaria.
Con el chiquitín quinto agarró pueblo, desplegando verónicas, revoleras, chicuelinas y media. Sin embargo, tres trabajosas tandas derechas pusieron en evidencia lo descompuesto de la embestida. Ya en tablas el caleño echó el resto y cerró con un pinchazo y una estocada. Que fueron ignorados.
Ramiro Cadena triunfador del festival de anoche, y reapareciendo tras un largo bache en su carrera, topó con un blando y poco duradero tercero. Mientras tuvo embestidas las aprovechó con temple, son y aplomo. A la salida de una derecha fue volteado alto y duro. Él no se rajó, pero el torito sí. Una espada desprendida con derrame lo eliminó pronto y no fue óbice para la oreja.
El sexto, también la borde del reglamento, le obligó a una insistencia deslavazada y sosa que terminó en cinco descabellos y un silencio sepulcral con el que el respetable abandonó el coso con gesto agridulce. Agrió por lo del querido hierro y dulce por la entrega de los coletas... imagino.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de Cañaveralejo. 7ª de feria. Sol, 30ºC. Más de media plaza. Seis toros, de Fuentelapeña, justos de presencia, romana y clase.
Miguel Abellán, oreja y saludo.
Paco Perlaza, palmas tras petición de oreja y silencio.
Ramiro Cadena,, oreja y silencio.
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