miércoles, 31 de agosto de 2011

Juan Carlos Cubas declara para el diario ''Expreso''.

        “El toreo es una ilusión”




Cuando eso se acaba, se termina todo, señala matador que viene de triunfar en ferias de Huamachuco, en La Libertad,  y Matara, en Cajamarca.

Por: Jorge Alania Vera

Admira a Juan Belmonte por lo que significó para la historia del toreo-la quietud, la aprehensión de los inasibles terrenos del valor  y de la muerte- y por una de sus frases que lo conmueve hasta el alma: se torea como se es.


¿Y cómo es Juan Carlos Cubas, este matador huancaíno de 25 años, que a los 11 tomó la irrevocable decisión de ser torero? Sencillo pero parsimonioso, sereno y fluido al hablar y conversar, con ese aire inconfundible de provinciano que dice lo que siente y siente lo que dice y que espera el próximo año confirmar su alternativa en Madrid, luego de ganar, por cierto, el escapulario del Señor de los Milagros. ¿Envanecimiento, ambición? No, sólo un sueño de quien quiere ser consecuente con lo que piensa: “el toreo es una ilusión; cuando eso se acaba se termina todo”


Fecha y hora.

Esa ilusión tiene ahora una fecha: 20 de noviembre en Acho, cuando parta plaza con los más célebres matadores españoles. Y la ha estado teniendo desde los once años, cuando supo que sólo podía ser torero y no otra cosa. La acaba de tener en Huamachuco y Matará donde cortó las orejas y salió en hombros de sus plazas, verdaderos baluartes de una tradición nacional que tiene hondas raíces  y que se confunde con otras, entrañables, del sentir de tantos pueblos de nuestro interior. Una tradición que trasciende las fronteras y que le hincha el pecho cuando sus compañeros toreros mexicanos y españoles a quienes ha visto y con quienes ha alternado en este y en el otro lado del mundo, le dicen al contemplar sus plazas abarrotadas y exultantes:  el Perú es la tierra prometida del toreo. Cómo no lo va a ser si Tacabamba, distrito de Chota, en Cajamarca, tiene una plaza para cerca de diez mil personas y otro distrito, San Miguel, de la misma manera. En ambas, estará Juan Carlos este setiembre dando el colorido del traje de luces a sus fiestas patronales.


El matador peruano se está preparando como corresponde para la feria más importante de América. Antes de ella, habrá toreado treinta y cinco corridas en distintos cosos provincianos, un periplo anual que está repitiendo con rigor y esperanza desde hace años y que le lleva a sospechar que la hora del gran triunfo está cerca. “En el 2009-señala-estuve a un paso del escapulario. Creo que esta vez me toca. Voy a sacar la cara por el país. He triunfado dos años seguidos en Acho, me he merecido  el sitial que tengo ahora en la feria, alternando con los mejores toreros del mundo”.


Suerte suprema.

De todas las suertes, Juan Carlos prefiere la de muleta y se confiesa muy respetuoso de la del capote con la que trata cada vez más de acomodarse. “Me siento más seguro en el natural con la mano izquierda, es el pase de la verdad, de la hondura, de la ligazón”  señala. De la suerte suprema  dice algo que es también supremo: “la clave para matar un toro es tener ganas de hacerlo, entrar por derecho y con el corazón por delante”.


Sin duda, corazón es lo que le sobra a este torero peruano que nos representará en la feria del Señor de los Milagros. Ese corazón que puso para matar a su toro tras la cornada que sufrió el año pasado: doble trayectoria, con desgarro, 10 centímetros hacia adentro y otros diez hacia abajo.  Nada del otro mundo, por cierto. Sólo la vergüenza torera que no tiene manuales pero sí códigos que se respetan sea cual fuere la circunstancia y el riesgo. “Ha sido un poco pesada la recuperación” nos indica, pero “ya estoy completamente restablecido y lo he comprobado en mis presentaciones”


Parar, templar y mandar  es la síntesis del arte del toreo. Como en la vida. Como en la plaza. Parar, templar y mandar es lo que tratará de hacer- tal cual estipulan los cánones y quiere el corazón-  Juan Carlos Cubas en el tradicional coso bajopontino, cuando   en el fragor de una tarde que ojalá sea inolvidable, se abra el portón de los sustos y ¡quiera Dios para él! de la gloria.

“Vestiré de sangre de Toro y Oro”.

Como una primicia para nuestros lectores, Juan Carlos nos adelantó que vestirá de sangre de toro y oro en la tarde del 20 de noviembre en Acho.” Ya encargué el traje” nos dice con esa misma ilusión con la que se plantará en el patio de cuadrillas, ya enfundado en él,  a la espera  del miedo “que es natural pero que se disfruta superándolo”  - y con la que se prometerá a sí mismo; a su madre que estará en el tendido; a su hermano que lo acompañará  en el callejón y a su padre que  hará de todo, como lo hizo el año pasado, en que acudió –sólo y su alma-a auxiliar a su pequeño embestido por el astado- que saldrá,  triunfador por la puerta grande o herido por la puerta de la enfermería.

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