Fuente: Burladero.com/América/Perú.
Fue triunfo de puerta grande, porque cortó dos orejas al segundo de su lote el torero valenciano Vicente Barrera, pero quiso acompañar a sus compañeros en la salida por propio pie. Oreja cortaron por su parte, Fernando Roca Rey al primero de su lote y otra se llevó Alejandro Esplá del último de la tarde. Maneras y ganas dejó el novel novillero Joaquín Galdós. El encierro de Santa Rosa de Lima estuvo justito de casta y para nada sobrada de fuerza, fue claudicante, sin clase y de corto recorrido.
Retirado del toreo en activo Vicente Barrera volvía después de varios años y apenas empezada su retirada del toreo en activo. Una vez más inundó con su carisma y particular tauromaquia las arenas de Las Palmas, toreo vertical, enhiesto, sobrio pero que en un par de tandas rebosó temple y largura por derechas, en los que se gustó y gustó. Por naturales no hubo mayor historia. Envasó la espada entera y en lo alto que fue mérito para cobrar con fuerza las dos orejas del segundo de su lote. En el primero, estuvo bien, entregado y arropado pero la espada le privó de cortar trofeo.
Fernando Roca Rey tocó pelo en su primero y no pudo en el segundo por demorar en caer el burel. En ambos, desplegó oficio y temple, y especial lucimiento con las banderillas. Expuso sin ser del todo entendido en las graderías en el segundo, que no tuvo recorrido y ante el que por experiencia le pudo construir faena de lucimiento. Un tanto acelerado se le vio en su primero pero compuso muletazos de buena factura, largos y por abajo conjurando los tornillazos protestones de su oponente.
Se presentaba en Lima Alejandro Esplá y se dejó ver con un toreo de temple, de estar, encajado por momentos y de gusto. Construyó dos faenas de variedad, con capote y muleta, ligando las series. Sus oponentes no fueron el material más idóneo para un triunfo rotundo sin embargo pudo haber tocado pelo también en su primero de no haber dejado la espada haciendo guardia.
El novillero Joaquín Galdós, se presentaba en público y abrió la tarde con el novillo que tuvo las mejores hechuras y que mejor metió la cabeza en los trapos, tuvo nobleza aunque poca fuerza. Se dejó ver con ganas, variado, y entendiendo la embestida en los medios. Falló con el acero y saludó una ovación.
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