Por: Guillermo Vallejo López- Astauros
Cali - Colombia. Con la renuncia del hoy ex presidente de la Sociedad Plaza de Toros de Cali, S.A., Víctor Manuel Salcedo Guerrero, se pierde un guerrero pacífico y taurino de verdad en representación de los aficionados en el interior de las empresas vallecaucanas.
Gracias a él y al ex gobernador Juan Carlos Abadía Campo, volvieron las figuras a Cañaveralejo. Así algunos en la Fundación se duelan todavía porque eso “costó mucho dinero”. Más va a costar recuperar la credibilidad y la confianza perdidas.
“Tenemos enemigos dentro de la empresa, viven de esto, lo consideran un orgullo propio y lo tienen como algo personal”, denunció en Panorama Taurino, quien, por hablar de frente, como se le habla a un hombre, les incomodaba a muchos.
Y fue uno de esos tránsfugas quien lo traicionó demandándolo ante la Procuraduría General de la Nación por su doble cargo en la Sociedad y en calidad de (e) en la gobernación del Valle. Lo elemental y caballero hubiese sido sugerirle la renuncia.
Y fue uno de esos tránsfugas quien lo traicionó demandándolo ante la Procuraduría General de la Nación por su doble cargo en la Sociedad y en calidad de (e) en la gobernación del Valle. Lo elemental y caballero hubiese sido sugerirle la renuncia.
Salcedo Guerrero dejó huella. Dio lecciones de ejecutorias, desinterés, afición y entrega. Como los toros bravos se creció ante las dificultades. Infortunadamente se sumó a la larga lista de los que llegaron y tampoco lograron todo su cometido.
Fue artífice al intentar la realización del fallido Festival Pro Damnificados por el invierno en el Valle de la mano de otros diecinueve aficionados que impulsaron la idea de Enrique Calvo y Juan Pablo Arboleda en su obra, Por el sendero del bravo.
Propuesta bien intencionada, excelentemente bien dispuesta, con la materia prima disponible lista -doce novillos y por lo menos quince toreros que se ofrecieron- entre ellos las figuras que estaban en su momento en Cali.
La Fundación se quedó corta ante la iniciativa de la Sociedad en un momento coyuntural que no aceptaba los argumentos (disculpas), que se han esgrimido. Lo hubiesen dicho y ya estaba. Facilitan la plaza y otros hubiesen actuado.
Lo primero que dijeron algunos directivos fue lo siguiente: “Es muy difícil”. Claro. Nada en la vida es fácil si se hace con empeño, dedicación y entrega. Después, que si no había millonarios patrocinios no se justificaba. ¿Qué tal?
Finalmente, que dizque Luis Bolívar no llevó las cartas firmadas con el compromiso de los demás toreros. ¡Qué desfachatez! El gran Bolívar hizo lo suyo, invitarlos. Y hasta convencerlos. Pero él no es ni estafeta, ni patinador, ni mensajero.
Bueno, nadie está obligado a organizar festivales benéficos. No obstante pudieron solicitar ayuda del Club de Amigos de Cañaveralejo, de las Peñas Taurinas, de Astauros, de la alcaldía de Cali, de la gobernación del Valle…
Se perdió una brillante ocasión de decirles a quienes todo lo perdieron, ¡aquí estamos! Y al mundo, que la afición taurina de Colombia, representada en un puñado de vallecaucanos, hubiese dicho: ¡Presente! Qué lástima.
Ojalá, si se da una nueva oportunidad, no sea por catástrofe.