Feria de Quito 2010.- Cuarta de Feria: Triunfan Ponce, Campuzano y... Puerto
Por Fabian Cuesta-Ecuador
Lleno total en los tendidos en tarde agradable. Se lidiaron dos toros de Vistahermosa, distintos de comportamiento; tres de Triana, mansos en general uno de Mirafuente, descastado y peligroso. Enrique Ponce, dos orejas; Víctor Puerto, ovación con saludos; Sebastián Castella, palmas; Cayetano, silencio; Martín Campuzano, oreja; Álvaro Samper, vuelta al ruedo.
La fiesta de los toros, casi como ninguna otra, es particularmente sensible y solidaria con las causas de los más necesitados. En esas ocasiones, los toreros no dudan en donar sus honorarios a favor del más necesitado.
Eso fue lo que sucedió la tarde de ayer. Actuaron seis matadores de toros en activo que dejaron de percibir sus honorarios, a favor de varias obras de beneficencia para la provincia de Cotopaxi.
Mejor cierre de feria no podía pedir Enrique Ponce, pues logró redondear un abultado marcador a su favor: cuatro orejas y un rabo en dos tardes, nada menos. Le cupo en suerte un precioso toro albahío (para entendernos, del color del café con leche), que a poco de aparecer en el ruedo dio un susto monumental al colarse al patio de caballos. Gracias a la eficacia de uno de los picadores, la cosa no pasó a mayores.
Enrique Ponce diseñó una obra de gran estética desde su saludo de capote. Aprovechó el fondo de calidad y nobleza del astado de Vistahermosa y lo toreó a placer con la muleta, en un trasteo que fue a más y que logró altas cotas artísticas. Luego de dejar una estocada algo trasera y caída, cortó los dos apéndices del novillo.
Aún sin cortar trofeos, el manchego Víctor Puerto fue otro de los protagonistas de la tarde. Dejó ver un alto grado de madurez y evolución profesional por lo que hizo frente a un enemigo de nulas condiciones, que manseó clamorosamente refugiándose en tablas apenas iniciada la faena de muleta. Poderosa y honrada faena la de Puerto, que no se alivió ni abrevió, sino que más bien exhibió un rico compendio de cómo debe torearse un toro manso. No acertó sin embargo con los aceros, y se tuvo que conformar con una fuerte ovación que recogió desde el tercio.
Sebastián Castella hizo quizá lo más señero de su actuación con la capa, en un gran quite por chicuelinas. Con la muleta equivocó su planteamiento, pues trató de avasallar al toro por abajo, cuando lo que quería el cornúpeta era la media altura. Y como no lo vio así el torero galo, a punto estuvo de ser volteado en varias ocasiones. Falló con la espada y no pudo redondear el triunfo.
Cayetano se fue de vacío otra vez, al estrellarse con un manso de libro de la ganadería de Triana. Nada pudo hacer con el capote, y con la muleta apenas si pudo dejar algún detalle de su calidad torera.
El paisano Martín Campuzano tuvo una dignísima actuación, en la que sobresalió su gran actitud y decisión por agradar a su parroquia. Lució en un gran quite por gaoneras, plenas de quietud y valor, ante un toro sin clase y con peligro sordo. Tanto fue así, que en uno de los pasajes de su trasteo el ejemplar de Triana le hizo un extraño y le propinó una voltereta de la que salió milagrosamente indemne. Se tiró a matar con gran decisión y dejó media estocada perpendicular. Cayó el toro y se le concedió una más que justa oreja.
Álvaro Samper quemaba su último cartucho de la feria, en el último toro de la tarde. Y la verdad es que nos gustó verlo con una actitud diferente. Si las tardes anteriores había estado algo frío y falto de carisma, ayer puso toda la carne en el asador para no perderse el tren de los protagonistas de la tarde. Así, estuvo vibrante y fino manejando el capote, con el que lució particularmente en un gran quite por chicuelinas, de gran factura y plasticidad. Con la muleta también dejó pasajes muy estimables pero sin acabar de conjuntar su labor. Volvió a estar desacertado con la espada, y su premio fue una vuelta al ruedo, al terminar con la vida de su oponente.
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